viernes, 18 de junio de 2010

KIRSTEN MUNK

Kirsten Munk nació en Dinamarca el 6 de julio de 1598. Era hija de un noble de la época, Ludvig Munk, y la enérgica y ambiciosa esposa de éste, Ellen Masvin. Con 17 años provoc´po el ardiente entusiasmo del rey Christian IV de Dinamarca, por entonces de 38 años. Christian, casado con Anna de Bradenburgo, nunca se había distinguido por la fidelidad a su esposa. Antes de la muerte de Ana, cohabitó con Kirsten Madsdatter, madre de su hijo ilegítimo Christian Ulrich, y luego con Karen Andersdatten, que le dio otros dos hijos bastardos.

La diferencia ahora radicó en que Anna, su esposa, falleció en 1612, con lo que, cuando Christian se fijó en Kirsten, en 1613, era ya viudo. Esta situación fue aprovechada por Ellen Masvin. La dama presonó al rey para que firmase un documento en el que se comprometía a contraer matrimonio morganático con Kirsten tras hacerla su amante.
Con el paso del tiempo, surgieron muchas dudas sobr la validez del matrimonio.


La tragedia de Kirsten se deriva en que no amaba al rey ni se complacía. Año tras año, mientras daba a luz a nada menos que 9 hijos, Kirsten se sentía cada vez más extenuada, frutrada y rabiosa. No le interesaban demasiado sus niños, alumrados a su pesar, concebidos sin su consentimiento, pero con el tiempo comenzó a ponerse violenta con los niños, quienes temían los violentos golpes de la madre con su bastón.

La tragedia estalló en 1629. cuando Kirsten quedó de nuevo embarazada, por décima vez. Christian consideraba casi imposible que ese niño fuese suyo, pues Kirsten se negaba a acostarse co él desde hacía tiempo. Se le acusó de haber cometido adulterio con un conde palatino, Otto Ludwig. Christian cedió a que la niña nacida se queara en la nursery con sus demás hermanos, pero Kirsten fue obligada a abandonar la corte confinada a un castillo con un agreste paisaje, denominado Bollar. En realidad Bollar pertenecía a su madre Ellen, pero el rey obligó a la reina a cederlo obligatoriamente para la mujer caída en desgracia.

Lo más doloroso de todo esto es la postura adoptada por Ellen Marsvin. En esos años, Ellen había enviudado y contraído segundas nupcias con Knud Rud. Era una de las mujeres más poderosas y ricas del país, pero sabía que en parte debía su sólida posición a su casamiento negociado de su hija con el rey. Ellen no quería perder el afecto de Christian sólo porque su hija no lo aceptaba y hubiera tenido una aventura con un conde. Ellen no sólo se puso de parte de Christian, sino que, para curarse en salul, alentó la nueva relación del monarca con Vibeke Krause, una de las damas del servicio de Kirsten

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