domingo, 20 de junio de 2010

ISABEL DE FARNESIO LA PARMESANA1





Giulio Alberoni

Este es Giuliu Alberoni. Parece que nació en Fiorenuela d´Arda, una pequeña localidad entre Parma y Piacenza el 30 de mayo de 1664. Su padre era un humilde jardinero y su madre se ocupaba de las tareas de la casa y la crianza de sus hijos. Vivían en la pobreza, casi rozando lo extremo, pero parece al menos haber tenido aspiraciones en cuanto a su descendencia. Viendo la inquietud de su hijo y su ingenio, pensaron en encauzarle a una carrera eclesiástica: para encontrar un benévolo protector en ese mundo, nada mejor que ponerle de campanero en la Catedral de Piacenza.

El joven campanero se ganó la confianza del obispo Barni, quien le facilitó el acceso al seminario, donde recibió las órdenes necesarias para ser sacerdote. Además, Barni le asignó el puesto de canónigo adscrito a la catedral de Piacenza. Pero este no se conformaba con ello y decidió usar su buena diplomacia.

Aprovechó la oportunidad cuando se cruzó con el duque de Vendome, comandante jefe de las tropas acantonadas , siendo de una rancia estirpepor parte de su padre. pero por su madre, sobrina del cardenal Mazarin.
Dice que cuando estaba enzarzado en una discusión con el cardenal al perder una batalla, el duque le mostró su trasero enseñándole las almorranas, algo que Alberoni, al entrar en la sala, supo remediarlo.

Así, cuando el duque de Vendome entró al ejército francés para asegurar el trono de Felipe de Borbón, Alberoni solicitó que lo enviase a Madrid en calidad de embajador del ducado. Pese a su fama de protegido por la corte, algo que pesaba, Alberoni logró triunfar en Madrid.

Isabel de Farnesio

Felipe V Borbón
El de febrero de 17114, Felipe V perdió su esposa después de 8 años de matrimonio: María Luisa Gabriela de Saboya. Una hermana mayor de´esta, Adelaida, se había casado con el hermano mayor de Felipe, Luis duque de Borgoña, antes que se celebrase el matrimonio entre Felipe y María Luis. Ambas parejas tuvieron la suerte de ser felices, pese a su unión dinástica, una mujer de aspecto infantil, pero de carácter fuerte, decidida, capaz de afrontar los problemas, a la vez que afectuosa.
Cuando Felipe y María Luisa llegaron al trono español tras la victoria en la Guerra de Sucesión, los españoles ante tanto amor a la patria la alabaron. Ademas, dio 4 hijos varones a la sucesión, aunque sólo fueron dos los que llegaron a crecer, Luis y Fernando.

El fallecimiento rpentino de María Luisa Gabriela dejó a Felipe sumido en una gran depresión. Era un hombre dependiente de su esposa en muchos aspectos: ella le alegraba anímicamente, sabía sacarle de sus pensamientos oscuros, le daba ternura y su adecuada dosis de pasión. Dado que Felipe tenía demasiada líbido, anque sólo la soltase en el ámbito sexual del matrimonio, la pérdida fue demasiada, teniendo que buscar una amante. El viudo triste se mudó enseguida al Palacio de Medinaceli: sólo el paseo del Prado separaba esa casona de otra allí existente, la de la princesa de Ursinos, Marie Anne de la Tremoille. Felipe ordenó cavar un pasadizo por debajo del Paseo, de forma que podía ir a casa de la princesa cuando le diese la gana, para conferenciar con ella y dejarse dirigir en asuntos gubernativos.

Marie Anne- de la Tremoille, hija de duque y viuda en primeras nupcias de Adrian Blaise, y en segundas nupcias del príncipe italiano Flavio degli Orsini, eraa la principal figura de la corte madrileña. Formaba parte del connjunto de franceses congregados alrededor del rey Felipe V, siguiendo las instrucciones de su abuelo paterno, el rey Luís XIV rey del Sol. Tenían como misión ayudar a Felipe a dirigir el reino con inteligencia, sin apartarse de la línea que aportó la cancillería francesa. Marie Anne representaba el poder tras el trono: Felipe tenía el título, pero ella era la que hacía y deshacía.

Marie Anne Princesa de Ursinos

Alberoni, el sagaz representante de Parma en Madrid, se dio cuenta a su llegada que de quien tenía que ganarse la verdadera confianza era la de la princesa de Ursinos. Así lo hizo haciendo alarde de un fino y exquisito trato. Es en ese momento cuando la princesa le confía a Alberoni que no podría descansar hasta conseguir una princesa europea adecuada para el triste Felipe con el que llenar el vacío que María Luisa había dejado. Expectante, pero disimulando, se contuvo ante todas las mujeres que le fue presentando la princesa, dando su opinión sobre los pros y los contras. Fue entonces cuando Alberoni propuso a la princesa a Isabel de Farnesio. Sacudiendo la cabeza en un gesto entre fingido y con incertidumbre, Alberoni se adelanta diciendo que a la princesa no le gusta esa mujer. Así, con tono melifluo la describió Alberoni: "una muchacha de veintidos años, feucha, que se atiborra de mantequillan y queso parmesano, y que jamás ha oido hablar de algo que no sea coser o bordar".

Esta descripción fascinó a la princesa, quien buscaba una mujer así, pudiendo incluso aumentar los sucesores de la línea, y nunca supondría un peligro para su forma de gobernar. En otras palabras: ella seguiría siendo la reina detrás del trono y Felipe encontraría en Isabel la mujer que le sacaría de la depresión.
Así la princesa de Ursinos aceptaba oficialmente a Isabel de Farnesio, mientras que Alberoni, en segundo plano, daba palmas.

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